jueves, 29 de septiembre de 2011

Los sueños e ilusiones de los Abuelitos de El Paular. Dia Internacional de las Personas de Edad

En El Paular hemos conocido hoy una iniciativa que nos ha encantado,"El Mural de los Sueños" de Lindor Ausonia. Bajo el lema “Nadie debería dejar de soñar”, esta organización ha creado un Mural de 12 metros cuadrados dedicado a los sueños e ilusiones de los más mayores.
La idea es que todos los mayores que lo deseen participen dejando por escrito sus deseos, ¿dónde y cuándo? en la zona de Nuevos Ministerios en Madrid (frente el Corte Inglés) hoy 29 de septiembre.
Como nos pillaba un poco lejos y no nos daba tiempo a llegar, se nos ha ocurrido que para celebrar el Día Internacional de las Personas de Edad que es el próximo 1 de octubre vamos colaborar a través de nuestro blog con el Mural de los Sueños de Indor Ausonia.
Porque la ilusión es lo que mueve el mundo, estos son los sueños de nuestros abuelitos:

Maria Domenech Albero. 89 años.
"Mi sueño es que le vaya todo bien en la vida a mis nietos. El pequeño está ahora en Castellón trabajando y siempre que se acerca el fin de semana padezco pensando en el coche y la carretera y pido porque no le ocurra nada, porque tiene toda la vida por delante".
Federico Marcos Gómez Barea. 79 años.
"Mi sueño es no haber sufrido el accidente que sufrí y haber podido dedicarme a la jardineria muchos años más. Aunque aquí en el centro, Hugo, me facilita en la medida en que puede, que yo siga disfrutando de mi oficio".
Ana Ivorra Ortuño. 77 años.
"Mi sueño ya sólo se limita a que haya paz y tranquilidad para todos y a ver si salimos de esta puñetera crisis que tanto nos está afectando".
Fuentsanta López García. 84 años.
"Pues sueños...lo que son sueños, de desear, no tengo. Yo  aqui con vosotros estoy superfeliz, me siento valorada, querida y apreciada. No envidio a nadie ni nada. Estoy encantada de ver lo positivamente que ha evolucionado en la vida mi hija, que antes estaba estancada y no sabía por donde tirar, y por fin ha encontrado su camino".


miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mi experiencia con el Alzheimer

Echando la vista atrás me doy cuenta de que faltan apenas unos dias para que se cumplan seis años desde que entré a formar parte de la gran familia de "EL PAULAR".

Recuerdo que al principio no sabía por donde empezar y mis compañeros tenían que ir aconsejándome continuamente, "mis abuelitos", como yo les llamo, me tomaban el pelo continuamente y yo, dentro de mi ignorancia, creía todo lo que me decían.

El tiempo ha ido pasando y con él nuevos rostros han ido llegando, otros, que al principio estaban, ya no están, pero de todos y cada uno de mis abuelitos guardo buenos recuerdos.

El hecho, o el mal que nos acontece en estas líneas, dejémonos de eufemismos, es el de la enfermedad del Alzheimer. Una enfermedad neurodegenerativa de la que todavia se sabe poco, pero que por desgracia padece un gran número de personas.

En mi ámbito laboral me encargo de entretenerlos, y lo que es más importante, de estimularlos, ya que es una forma demostrada y positiva de evitar que esta enfermedad extienda sus redes, de forma más rápida, sobre la persona afectada.

Es desalentador ver como, aunque todos ponemos de nuestra parte, al final la enfermedad acaba por hacer mella de forma irreversible, y ves como gente que antes era capaz de hacer maravillas a nivel manual o lúdico, ahora no sabe coger un lápiz o mover una ficha encima de un tablero de cualquier juego.

Lo único que se precisa es paciencia, cariño, adaptación y ganas, para poder dar a nuestros abuelitos las necesidades que requieren en cada una de las etapas de esta enfermedad. Es fundamental la estimulación de los sentidos, el contacto físico, las muestras de cariño, el poder ponerles al alcance cosas que les hagan recordar buenos momentos, una canción, una película, un tema para hablar,....

Por ejemplo, una canción que les haga recordar momentos de su juventud, motivarlos para que bailen preguntando de que forma lo hacian antes, animarlos con comentarios picarones, ya que ellos bailaban cogidos, les encanta y les hace reir.

Y creo que no hay nada más satisfactorio, por lo menos para mi, que el poder marcharme a casa con la tranquilidad de haber recibido la mirada cómplice y la sonrisa de una persona, que por desgracia, no recuerda que tiene hijos (a pesar de que han estado cinco minutos antes aqui en El Paular viéndoles bailar).

Lo importante es que familiares y cuidadores no olvidemos que aunque el Alzheimer hace que olviden y no recuerden, el cariño es algo que reconocen siempre y además sienten.

Hugo Ortega.
TASOC de El Paular